Según un estudio de UNICEF publicado a principios de este año, uno de cada tres jóvenes hace un uso indebido de Internet y de las redes sociales. Este abuso de ha visto agravado a raíz del confinamiento y la pandemia y ha tenido gran impacto en la población. “Es un problema que está en auge, ya que nuevos desafíos (“challenges”), aplicaciones o juegos novedosos, no paran de surgir”, dicen expertos de la Clínica López Ibor.
¿Cuáles son las consecuencias?
La adicción a las redes sociales puede deparar varias consecuencias. Trastornos del sueño, ansiedad, síndrome de abstinencia, depresión y baja autoestima, bajo rendimiento académico, son algunas de las causas que ponen en peligro la salud mental. Hasta hoy, la OMS reconoce la adicción al juego y a los videojuegos como las dos únicas adicciones sin sustancia. La organización sugiere utilizar el término “uso problemático de Internet” para referirse al posible “enganche” a Internet y las redes sociales, sin llegar a incluirlo todavía en los manuales diagnósticos. Asimismo, uno de los problemas que puede derivar el uso indebido virtual es el FOMO.
¿Qué es el FOMO?
La ansiedad que genera “no ser parte” de estas experiencias que producen las aplicaciones, sobre todo Instagram -que funciona como un espacio de curaduría de los mejores momentos de sus usuarios-, tiene un nombre. FOMO, Su sigla en inglés es“Fear Of Missing Out”, es decir: “miedo a quedarse afuera”.
“No entiendo si es tonto pensar en dejar las redes, porque son parte de nuestro mundo actual y hay que aprender a lidiar con eso, o si es tonto estar en las redes”, se pregunta L., una escritora que prefiere no dar su nombre y que, por su trabajo, tiene que habitar constantemente Instagram, a pesar de la ansiedad que le provoca.
¿Qué sucede en las redes sociales?
Cada vez que alguien le da “me gusta” a una foto, el cerebro traduce ese corazón como algo positivo, como una recompensa, tal como si la información publicada o la fotografía posteada indicará que tan aceptado se es por el grupo social con quien se interactúa. Asimismo, lo que sucede químicamente en el cerebro es que así como con otras adicciones, el cerebro asocia a un like con el placer, por ello, el cerebro se encarga de liberar dopamina que luego de un tiempo, se vuelve en una necesidad y adicción. La liberación de dopamina y la sensación de bienestar o placer no solo suceden por un like, también lo hace el tener el control de ver las personas y seguidores ha interactuado con fotos, reels, videos e historias usando los conocidos hashtag.
Efectos positivos
Pero no todo tiene un lado oscuro en las redes sociales. Los aspectos más positivos en los que destacaron estas apps fueron la capacidad de tomar conciencia (sobre todo en YouTube), de expresarse y encontrar una identidad propia (Instagram) y de crear comunidad y encontrar apoyo emocional (Facebook).
“Es un medio para afianzar relaciones, fortalecer vínculos, mantener cohesión y una forma más de conocer personas. Además tiene una gran ventaja y es que elimina las barreras de la distancia física” declaró la psicóloga Miriam Glez-Pablo, a El Español. Por lo tanto, el secreto está en su uso correcto.