Se denomina demencia a cualquier enfermedad que produzca en la persona un cuadro de deterioro cognitivo progresivo (por ejemplo, afectación de la memoria o la capacidad de expresión del lenguaje) y que además presenta síntomas de dependencia para las actividades de la vida cotidiana, ya sean complejas, como llevar las cuentas bancarias; instrumentales, como manejar los electrodomésticos, o básicas, tales como asearse o vestirse.
En ese sentido, el Dr. Marcos Llanero, jefe del Servicio de Neurología del complejo hospitalario Ruber Juan Bravo, dice que “es importante destacar que no es lo mismo que una demencia”, en referencia al alzhéimer.
El neurólogo subraya que “aunque la causa más frecuente de demencia en nuestro medio es el alzhéimer, existen otras enfermedades que pueden producir demencia, ya sean neurodegenerativas u otras de tipo vascular, como las que se producen tras sufrir varios ictus”.
A pesar de que, por el momento, las causas de esta enfermedad resultan desconocidas, sí existen factores de riesgo que pueden propiciar su aparición, como son el nivel cognitivo previo (reserva cognitiva) y los factores de riesgo cardiovasculares (hipertensión, diabetes, tabaco y alcohol). La mejor prevención es un estilo de vida saludable: cuidar nuestra dieta, aumentando el consumo de omega-3; hacer ejercicio físico y realizar una intensa actividad cognitiva, publica El Confidencial.
En cuanto a la sintomatología, el especialista recuerda que “primero se produce la aparición de deterioro cognitivo y dentro de este, la aparición de problemas de memoria. Aunque los olvidos los podemos tener todos a cualquier edad, aquellos debidos a la enfermedad de alzhéimer suelen ser más importantes y más frecuentes, a veces con falta de conciencia del propio olvido, lo que motiva preocupación en los familiares cercanos”, explica el doctor.
Actualmente, se trata de una enfermedad que no tiene cura, pero existen tratamientos que mejoran los síntomas y la calidad de vida de los pacientes. De ahí la importancia de acudir a un especialista en cuanto se empiecen a notar los síntomas para poder establecer un diagnóstico lo más precoz posible. “Con una detección temprana, podemos instaurar tratamientos médicos, que aunque sintomáticos, mejoran al paciente, y tratamientos no farmacológicos, como la estimulación cognitiva, que retrasa la progresión del deterioro”, advierte Llanero.
Cuando la enfermedad está muy avanzada, a menudo los familiares se preguntan si es mejor que el paciente permanezca en su hogar o en una residencia. “En general, al ser pacientes con dificultades para aprender cosas nuevas, les cuesta adaptarse a los cambios. Por ello, inicialmente, lo más adecuado es mantenerlos en su ambiente habitual. En los casos más avanzados, suelen olvidar incluso los elementos más antiguos, con lo que su domicilio les puede resultar extraño y ajeno y, en ese punto, les afectan menos los cambios. Pacientes con la enfermedad más avanzada suelen precisar mayor asistencia, por lo que las residencias asistidas suelen aportar un beneficio claro para el paciente y los familiares”, apunta.
Es una enfermedad que en cada persona, tanto en síntomas como en avance, actúa de una manera diferente. “Por eso, es fundamental la paciencia y la flexibilidad, junto con el autocuidado y el apoyo de amigos y familiares, sin olvidar un diagnóstico lo más temprano posible, que proporcione el mayor bienestar y calidad de vida de las personas que lo padecen”, concluye el especialista.
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