El informe “El estado de la crisis educativa mundial: un camino hacia la recuperación”, publicado por el Banco Mundial, la UNESCO y el UNICEF, señala que la reapertura de las escuelas debe seguir siendo una prioridad urgente para detener y revertir las pérdidas de aprendizaje. Sin embargo, el retorno a clases representa un gran desafío para alumnos, docentes y padres, pues deben trabajar para disminuir las consecuencias que dejaron las clases remotas. Una de ellas es la falta de motivación por el aprendizaje.
“Al estar en sus hogares los estudiantes están expuestos a diversos distractores como la televisión, los videojuegos, la música, las redes sociales o el mismo juego libre; y abandonan sus clases, pierden la atención y limitan su aprendizaje”, comenta Rosario Rivadeneyra, mediadora de lectura y diseñadora de experiencias de aprendizaje en Beereaders (www.beereaders.com), plataforma digital que fortalece la comprensión lectora de los estudiantes a través de metodologías de aprendizaje basadas en dinámicas de juego y recompensas.
Otras consecuencias de la pandemia son la deserción escolar, debido a que los estudiantes, en algunos casos, no cuentan con el acompañamiento de sus padres o adultos responsables durante sus horas de clases; y la socialización entre pares. El confinamiento supuso un aislamiento y falta de interacción entre niñas, niños y adolescentes, lo que ha ocasionado frustración, aburrimiento, estrés y ansiedad social.
En ese sentido, el retorno a las aulas ofrece una gran oportunidad para construir o reparar los puentes de socialización y aprendizaje que se vieron afectados en estos últimos dos años. La experta de Beereaders comparte algunos consejos para lograr este objetivo:
- Realizar un diagnóstico y planificación curricular: los maestros deberán ajustar la enseñanza al nivel de aprendizaje en el que se encuentren los estudiantes y tomar en cuenta las diferencias. Para esto es necesario dotar al personal docente de herramientas, formación y soporte para proporcionar una enseñanza diversificada.
- Brindar acogida emocional: las escuelas deberán identificar cuál es el estado emocional de los estudiantes a su retorno y acogerlos en función a sus necesidades.
- Plantear un momento de encuentro durante los primeros días: donde prime la comunicación en todo sentido e informar sobre cómo se desarrollarán las clases. Un ambiente de encuentro que estimule la creación de lazos de confianza entre los estudiantes y los docentes.
“El retorno a las aulas debe significar un proceso de adaptación sistemático y progresivo, intercalando las herramientas tecnológicas que se venían usando con estrategias vinculadas a la presencialidad, para que así los niños y niñas se sientan seguros y cómodos a la hora de volver de manera presencial y no sea un cambio abrupto en su rutina”, concluye Rosario Rivadeneyra, mediadora de lectura y diseñadora de experiencias de aprendizaje en Beereaders.