Cuando hablamos del apoyo o la baja en la discriminación hacia personas LGTB, muchas veces pensamos solo en parejas del mismo sexo, y dejamos fuera una gran gama de personas que, aproblemadas por su condición, no tienen una cabida en las leyes.
Con el pasar de los años, las políticas pro diversidad sexual han mejorado, cada vez hablando más en general para no dejar a nadie fuera, y preocupándose de proteger los derechos de las personas transexuales, es decir, quienes se sienten en un cuerpo diferente y recurren a la cirugía para poder obtener el cuerpo que creen necesitar.
Esa es la situación de Zoe, un hombre transexual que hace un tiempo tomó vacaciones en su trabajo para comenzar su tratamiento hormonal. El proceso fue lento y sobretodo difícil de explicar, puesto que la sociedad aún cuestiona y juzga decisiones como esta.
Su pareja comenta que la preocupación más grande que tenían al comenzar este proceso, era que no sabían la reacción que tendrían los compañeros de trabajo de Zoe cuando vieran su radical cambio de imagen, puesto que trabaja en una empresa de tecnología hace 15 años. La mayoría de sus compañeros son hombres y les preocupaba la reacción que tendrían al tener que referirse a él como ella.
En Ontario (Canadá) existen leyes que protegen los derechos de los empleados transexuales, sin embargo estas son un poco inservibles en situaciones del día a día: desprecios, vergüenza, amistades que desaparecen, etc.
El ambiente laboral, antes cómodo, se puede volver una pesadilla. Ir a un lugar donde la gente con la que trabajas no te acepta, no es para nada grato, y ese era precisamente el miedo de Zoe y su pareja.
El regreso a la vida normal era algo inminente, por muy difícil que fuese. Para que el impacto no fuera tan grande cuando volviese, Zoe escribió a sus compañeros un delicado mail dando a conocer la noticia y la decisión que había tomado.
Para su sorpresa, el apoyo que recibió fue enorme e inmediato. Más de 75 personas le respondieron dándole ánimo, de todos modos, Zoe estaba muy nerviosa el día en el que retomaba su vida normal. Su pareja le hizo prometer que la mantendría informada en cada momento por si surgía algún problema.
Llegado el momento, sus compañeros le dieron una increíble lección de respeto, educación y humildad. Le habían decorado su puesto de trabajo, para que su llegada fuera lo más acogedora posible.
Se esforzaron para que su nuevo nombre se pudiese ver desde cualquier lugar de la oficina, para que así todos lo recordaran. Al entrar, sus compañeros la estaban esperando con flores y una tarjeta de bienvenida.
Ese día, a las diez de la mañana, tenía agendada una reunión. Ahí se llevó otra sorpresa al darse cuenta que la bienvenida era por parte de toda la oficina. Había pastelitos, café y mucho cariño para apoyar su verdadero yo.
Una situación ideal para quién con mucho miedo toma una decisión tan importante en su vida. Lamentablemente no es la misma historia que todas las personas transexuales viven cuando deciden realizarse el cambio.
Actualmente las leyes en varios países se han modificado para dar acogida a quienes viven esta condición, sin embargo la sociedad no puede ser cambiada de la noche a la mañana. Familias como las de Zoe siguen siendo amenazadas, y aún existen lugares en el mundo donde, para quienes son transexuales, es peligroso viajar.
Cuando ocurren este tipo de historias, es necesario compartirlas para crear un precedente. Crear conciencia en esta sociedad, lograr respeto. Hay que celebrar la diversidad en vez de odiarla, juzgarla o temerla.
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