Es el capítulo final de la vida. Las últimas líneas, suspiros y palabras de todo ser. La muerte es el momento en el cual se termina todo para siempre. Por lo mismo, aquel momento provoca una serie de sensaciones a las distintas personas. Mientras algunos le temen, otros simplemente lo vislumbran como un paso más dentro de la existencia. Para nadie es indiferente y de éso no hay dudas, pero ¿qué es lo que sentimos cuando estamos a un paso de la muerte?
Los experimentos han sido variados para dilucidar qué ocurre dentro de nuestro organismo en ese momento crucial de la vida. El ejército de Estados Unidos es uno de los organismos que más se ha preocupado por este tema. Y es que la milicia norteamericana siempre ha deseado alistar a los mejores hombres del país, individuos preparados para enfrentar situaciones límite, cuenta Gizmodo. Por éso no es de extrañar que hayan realizado tres pruebas para analizar la reacción de los soldados que pasaron por la reserva militar de Hunter Ligget (California), quienes se convirtieron en los sujetos de prueba al estar al borde de la muerte.
Prueba : Aire
Un grupo de soldados acudieron en la mañana para un pasar el día en una pequeña avioneta como parte "del entrenamiento militar". Una vez en el aire y cuando había alcanzado la altitud de crucero, el avión de repente comienza a tambalearse y la hélice se detiene. Entonces los soldados comienzan a escuchar los gritos del piloto hablando con la torre, aduciendo problemas y urgencia por realizar un aterrizaje de emergencia.
Para complicar las cosas, el piloto anuncia que el tren de aterrizaje no baja. Van a tener que intentar planear con el avión en el océano. Una vez establecida la situación de temor, los investigadores introdujeron una tarea para medir la capacidad de los soldados al actuar bajo presión. El hombre explica que se trataba de una necesidad burocrática que todos debían rellenar en caso de que fueran a morir, de esta manera el Ejército se aseguraría de estar cubiertos ante las posibles pérdidas de vidas.
Increíblemente los soldados rellenaron los formularios y cumplieron con el protocolo impuesto en esta situación límite. Los resultados de los formularios arrojaron que los soldados en el avión cometieron una cantidad de errores significativamente mayor que otros grupos de control desde un salón académico donde debían rellenar los mismos papeles. Pero para los investigadores fue decepcionante, ya que esperaban producir un verdadero susto, y en cambio los soldados tan sólo reportaron sentirse durante la prueba en el aire como "inestables".
Prueba: Guerra atómica
Los investigadores idearon hasta tres situaciones nuevas. Todos estos "accidentes" iban a tener lugar durante un supuesto ejercicio de "guerra atómica". Los soldados fueron trasladados a lugares remotos y abandonados, espacio donde estarían solos. Una vez allí su trabajo, tal y como les había explicado su comandante, era avisar por radio al cuartel general en el caso de que algún avión volara por encima. Las radios iban a presentar desperfectos y los soldados debían arreglarla en una situación límite.
De las tres situaciones que se daban, la advertencia de radiación provocó la reacción más pausada de los soldados. Tal vez porque la amenaza era invisible, y los hombres actuaban como si hubiera poco que temer.
El incendio provocó más interés. Al oír la advertencia, la mayoría de los hombres se levantaron para escudriñar el horizonte, momento en el que vieron nubes de humo a unos 300 metros de distancia (humo producido por los investigadores con bombas de humo). Aquí registraron que dos hombres entraron en pánico al ver el humo y se marcharon de la zona corriendo. Pero la mayoría permaneció en calma y se puso a trabajar en el arreglo de la radio.
Prueba: Fuego de artillería
La prueba que provocó más pánico y miedo de los sujetos fue la del fuego de artillería mal dirigido. Segundos después de que los hombres escucharan la primera advertencia en la radio. Los soldados entonces se arrojaban al suelo y se ponían sus chalecos de nuevo. Casi la mitad de ellos fue capaz de arreglar la radio tras una ráfaga de proyectiles cercanos.
Los autores observaron que, hablando en términos generales, cuanta más experiencia y educación tenía un soldado, más frío se comportaba ante el estrés. También señalaron que cada uno de los mejores mostraba la capacidad de centrarse únicamente en la tarea que estuvieran haciendo.
¿Y el resto de las personas?
El caso de John Derring es uno de los más emblemáticos en ese sentido. El 31 de octubre de 1938, a las 06:30, John Deering fue ejecutado por un pelotón de fusilamiento. El hombre se prestó para un experimento científico donde el doctor Stephen Besley evaluó su ritmo cardíaco en aquel momento límite.
El electrocardiograma reveló inmediatamente que, aunque el rostro de Deering no mostraba ninguna emoción, su corazón latía como un martillo a 120 latidos por minuto, mucho más alto que el promedio de 72 latidos por minuto.
En el momento en que el sheriff dio la orden de disparar, los latidos del corazón de Deering llegaron a 180 latidos por minuto. Décimas de segundo después cuatro balas penetraban sobre su pecho, momento en el que su cuerpo se revolvió retrocediendo en la silla. El ritmo fue disminuyendo de forma gradual hasta que 15,5 segundos después del primer disparo, el corazón de John Deering se detuvo.
El doctor Besley recibió diversas felicitaciones por parte de la prensa, principalmente por desenmascarar que era posible ocultar las emociones reales antes de la muerte mientras el corazón está a punto de explotar.
¿Qué te parecen estos experimentos? Cuéntanos en los comentarios.
Fotos: Shutterstock
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