Facebook se ha estancado y todo parece indicar que va a la baja. El problema es que esta situación trae algunos riesgos: cuanta menos gente entra a la red social más peligrosa es.
La red social, que lleva años viendo cómo su uso se estanca en Occidente y lucha con todo por no perder adeptos, cuenta con grandes problemas de toxicidad y desinformación, y lo peor es que, como en la decadencia de un barrio o una ciudad, la pérdida de interés de determinados usuarios lo puede hacer más inseguro.
La pérdida de interés en Facebook, y en parte la visión que se tiene de esta red como si un villano se tratase, es clara. Ha habido campañas para abandonar Facebook casi cada año, las polémicas por casos como el de Cambridge Analytica o las brechas de datos le han hecho bastante daño, y su imagen ha ido empeorando sin freno.
De acuerdo a El Confidencial, sus números aguantan, según sus resultados, por la publicidad, que incluso se paga más cara que antes, por Asia-Pacífico (Indonesia ya es el tercer país en número de usuarios) y, según las encuestas —porque estos datos no los da Facebook—, por el crecimiento entre personas mayores de 60 o 70 años. Datos que dan una idea de por dónde puede ir el futuro de esta red y los problemas que habrá de afrontar.
Si bien los expertos coinciden en que es casi imposible que su influencia se pierda, para bien o para mal, el envejecimiento y el desinterés de cierto público más crítico pueden afectar negativamente al discurso que se encuentre dentro de la plataforma.
Para Iago Moreno, sociólogo especializado en el entorno digital y las redes sociales, hoy es casi imposible que Facebook desaparezca aunque pase de moda por una razón clara: es parte de nuestra vida. Se ha metido tanto en el mundo real que forma parte de nuestro arraigo, y en entornos pequeños y aislados como pueblos o ciertas comunidades, se ha convertido en un foro fundamental para la comunicación.
El problema es que, como también ocurría en Twitter, hasta hace poco se creía que eran lugares neutrales, donde no había ninguna mano detrás que marcase lo que vemos, y eso se ha roto. “Pensábamos que lo que veíamos era lo que pasaba, sin imaginar que había un algoritmo interesado que marcaba nuestra conversación impulsando lo más polémico o comentado con el objetivo de ganar atención y participación, y eso intoxica los espacios porque te quedas con esa visión y con esas partes de lo discutido”, dice el experto.
En cuanto a si la pérdida interés de los jóvenes puede convertir la red en un lugar más peligroso, Moreno lo ve bastante claro. “Ahora entra gente más mayor con la idea de estar más conectada a su entorno, al grupo del pueblo o del barrio, a su familia, y esa sensación de estar viendo solo lo que sube tu primo, tu sobrino o tu vecino te puede dar la idea de seguridad y credibilidad, pero en la plataforma sigue existiendo lo peor que ha habido todos estos años y que no han conseguido eliminar, como son los timos, los usuarios falsos que te agregan, los bulos… Además, en Facebook, el ‘troleo’ siempre ha sido un código de comunicación básico y aceptado, y no es fácil que todo el mundo lo entienda así. O que no se caiga en discusiones con odio y posiciones más radicales”, añade.
Para Leticia Rodríguez Fernández, profesora del Departamento de Marketing y Comunicación de la Universidad de Cádiz y experta en propaganda digital, este desinterés de los jóvenes y de un público más activo en redes sociales es lógico, y responde a la evolución de los medios, pero eso tampoco garantiza que lo nuevo vaya a ser mejor. “Es parte fundamental de la evolución de cualquier medio. Los jóvenes tienden a buscar la innovación y se orientan a plataformas que tengan más relación con su lenguaje, con su expresión, con sus formas de entretenimiento. No obstante, haber nacido en la época de internet no les hace más críticos ni menos vulnerables al engaño”, señala.
“Lo problemático no es que exista propaganda en las redes sociales, la propaganda ha estado siempre ahí, amoldándose a los canales. Pero las redes nos han llevado a la sobreabundancia, desdibujando los límites entre el sesgo y la mentira, entre la persuasión y el engaño. La cuestión es cómo nos afecta como sociedad, y en estos momentos de extrema polarización somos realmente vulnerables a esta toxicidad. En lo referente a Facebook, nos escandalizamos con la cara vista, pero es la punta del iceberg de su influencia en el mundo”, agrega.
Como explica Rodríguez, hay otras iniciativas que buscan controlar también el sistema de la red social y que estos modelos no se utilizan para objetivos peligrosos o ilegítimos, pero no es sencillo. “El centro para la lucha contra el odio digital calcula que en 2019, solo Facebook e Instagram pudieron ingresar 989 millones de dólares en publicidad gracias a la actividad de los movimientos antivacunas. Algunos investigadores proponen la creación de un centro de estudios independiente, financiado por las propias tecnológicas, cuyos resultados no estén destinados a limpiar la imagen de estas empresas. De ser así, la financiación de potenciales soluciones sería una buena manera de reinvertir el dinero que ganan a expensas de estos grupos”.
“Por otro lado, la opinión pública se muestra muy preocupada ante la posibilidad de que se creen marcos legislativos sobre desinformación. ¿Qué pasaría si las redes sociales realizasen un control y censura mayores? ¿Qué postura tomaría la opinión pública? Al final, como empresas, las tecnologías terminan tomando decisiones que no les perjudiquen y que se amparen en las circunstancias políticas y sociales de cada país”, señala Rodríguez.
Esta especialista va un paso más allá y cree que lo más peligroso de Facebook está aún por venir, y tiene que ver con algo que ya ha empezado a asomar en forma de ‘hardware’ con la venta de las gafas Oculus. “Pienso que los cambios más relevantes para la red llegarán al incorporar innovación tecnológica. Zuckerberg ya ha anunciado la inclusión de realidad virtual y aumentada, y esto sí que puede suponer un cambio drástico. ¿Qué pasará cuando pasemos del discurso a la experiencia? La persuasión será aún más emocional y tendrá más fuerza”.
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