En el 2013, el periodista y fotógrafo italiano Emanuele Satolli viajó hasta Rusia para conocer a un grupo de adictos a una peligrosa droga llamada Krokodil, una sustancia que se prepara con productos que se pueden comprar fácilmente en farmacias y ferreterías, y que se hizo conocida en ese país en el año 2000, principalmente en los barrios industriales pobres, porque resultaba ser mucho más barata que la heroína.
El Krokodil o desomorfina es inyectada por los mismos consumidores en sus brazos y piernas, causando graves lesiones en esas zonas del cuerpo, cuya piel adquiere un tono verdoso y una textura escamosa como la de los cocodrilos. Como su efecto dura entre 90 minutos y dos horas, las personas se inyectan varias veces al día para prolongar los efectos, pero esto aumenta los daños considerablemente en órganos vitales y tejidos del cerebro.
Emanuele se ganó la confianza de diez adictos que tenían desde los 30 a los 43 años, quienes le mostraron cómo preparaban la droga, cómo se la inyectaban y las huellas que tenían hasta ese entonces, lo que registró en su página web con el nombre de "Krokodil Tears" o "Lágrimas de Cocodrilo".
En el 2016, el fotógrafo regresó al mismo lugar, la ciudad de Ekaterimburgo, para saber qué había sido de las vidas de estas personas y quiso reunirse con ellos, pero lamentablemente tres ya habían fallecido y cuatro están desaparecidos. Así lo relató a la revista Time:
"Yo esperaba que algunos de ellos estuvieran muertos. Pero no pensé que serían tantos".
Una mujer llamada Oxana está postrada en cama desde hace dos años, porque el Krokodil debilitó sus músculos, a pesar de haber sido operada de las piernas y la columna. Su esposo murió por el uso de esta droga.
Alexei fue uno de los adictos que Emanuele conoció hace tres años. Ahora está sepultado en un cementerio ubicado en las afueras de la ciudad.
Después del fallecimiento de Alexei, en el 2015, su hermano Pavel dejó de usar esta droga y tuvo que someterse a varias cirugías para remover la piel y carne gangrenosa, lo que dejó varias cicatrices en sus piernas.
Andrey fue diagnosticado con tuberculosis y permanece hospitalizado. El tratamiento ha dañado su hígado, órgano que ya tenía deteriorado por la droga.
Emanuele intentó buscar a los desaparecidos, pero sus cercanos no saben nada sobre ellos y presumen que también murieron. Asimismo, los apartamentos en los que conoció a sus entrevistados ahora están abandonados o habitados por otros inquilinos.
Afortunadamente, el consumo del Krokodil ha disminuido en Rusia, luego de que en el 2012 el Gobierno prohibiera la venta de su principal ingrediente: la codeína. Recientemente las autoridades federales anunciaron que esta peligrosa droga, que se había convertido en una epidemia, ha sido erradicada de las calles.
Fotos: Emanuele Satolli
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