Este último año ha sido difícil para todo el mundo. La pandemia cambió nuestras vidas, viéndonos obligados a encerrarnos para detener el avance de los contagios y con la incertidumbre cada vez mayor en relación a cuándo se acabará esta pesadilla.
Siendo así, es normal que en estos últimos meses hayas notado que tu capacidad de concentración disminuyó, y con ella tu nivel de productividad. Diversos estudios apuntan que en períodos continuos de estrés e incertidumbre vital o laboral es cuando más difícil le resulta al cerebro concentrarse en una sola tarea y hacerla de una vez.
Afortunadamente, hay muchos métodos para poder recuperarla, como por ejemplo haciendo ejercicios de respiración que logran tranquilizarnos y así focalizarnos mejor en nuestros quehaceres cotidianos.
De hecho, una investigación halló que tan solo necesitas 60 segundos de respiración consciente y profunda para activar el sistema nervioso parasimpático, el cual reduce los niveles de cortisol en sangre, la hormona del estrés. Más allá de esto, existen otros trucos para conseguir reducir los nervios y apaciguar la ansiedad para así ser más productivos y a la par tomarnos la vida con más tranquilidad.
“Hacer cambios drásticos en tu vida puede resultar abrumador”, reconoce Marina Khidekel, escritora best-seller de todo lo relacionado con el bienestar, en un artículo de la revista Inc. “Es por eso que debemos apostar por micropasos en dirección a ese cambio de mentalidad”, agrega. Precisamente acaba de publicar un libro en el que aborda toda esta serie de cambios pequeños pero de gran valor que podemos implementar en nuestra vida cotidiana para sentirnos mejor y no dejar que el estrés ni la presión de un nuevo día nos venza, además de ganar en concentración.
La calidad y cantidad de sueño es uno de los factores que más influyen a la hora de ganar concentración. Lo importante es obtener la mejor calidad del sueño y para ello hay que deshacerse de malos hábitos que hacen que no nos sintamos completamente descansados al día siguiente, entre los que se incluyen el consumo de alcohol por la noche o la exposición a la famosa luz azul de los teléfonos móviles.
“Nuestros teléfonos son dispositivos de todo lo que necesitamos guardar antes de dormir: lista de tareas pendientes, bandejas de entrada, proyectos en curso y problemas”, asevera Khidekel. “Desconectar digitalmente antes de acostarte te ayudará a dormir mejor, a recargarte de energía y a ser más creativo”, añade.
El ejercicio, una correcta nutrición o el tiempo que pasamos con seres queridos son asuntos que tendemos a dejar relegados cuando pasamos demasiado tiempo en el trabajo. Esto contribuye a la sensación de estrés, ya que si no consigues desconectar tendrás más posibilidades de caer en la inercia y acabar desarrollando malos hábitos. La ansiedad y el estrés son los causantes, a su vez, de que descuidemos nuestra salud y a las personas a las que queremos, de ahí que sea tan importante doblar la cantidad de tiempo que pasamos cocinando comida sana, visitando a amigos o familiares o haciendo ejercicio, recoge El Confidencial.
El objetivo es disponer de mucho más tiempo libre por la tarde. Un informe del Instituto McKinsey halló que solo el 39% de nuestro día lo dedicamos a tareas específicas, el resto lo gastamos en enviar correos electrónicos, buscar cosas en Internet o hablando con gente de manera telemática. Estos “agujeros negros de tiempo”, como los llama Khidekel, contribuyen a generar más tiempo del trabajo del que nos debería llevar, absorbiendo nuestro tiempo y atención.
Lo mejor para evitar caer en estas horas muertas en las que se supone que deberías estar concentrado es establecer unos tiempos fijos de concentración e intentar seguirlos a conciencia. Dependiendo de tu capacidad de atención, estos pueden durar 30 minutos o una hora, como tú prefieras, pero lo importante es no salirte de esas franjas de tiempo y permanecer concentrado.
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