Criar a los hijos no es nada fácil. A medida que los niños comienzan a crecer es casi inevitable que surjan “enfrentamientos” con los padres, situaciones en las que suelen aparecer las desagradables rabietas.
Responder con extrema severidad no es la mejor forma de lidiar con estos desencuentros, ya que enfurece más al niño y aumenta sus ganas de luchar por hacerse con el poder. La Academia Estadounidense de Pediatría desaconseja totalmente darles el típico azote en las nalgas, ya que esto puede provocar miedo, confusión e ira en el pequeño. Al final, la violencia solo genera más violencia, de ahí que haya que optar por otros métodos más eficaces para evitar que esta serie de episodios se vuelvan a repetir.
Marilyn Wedge, terapeuta familiar y experta en psicología infantil, escribió un interesante artículo en Psychology Today, en el que ofrece consejos muy útiles para padres en apuros que tengan que lidiar con esta clase de situaciones.
Ante todo, mucha calma
Lo primero, según ella, es mantener la calma. “La disciplina debe impartirse de una manera tranquila”, asegura Wedge. “No la impartas desde la ira. Lo más importante es no levantar la voz. Cuando le gritan a un niño, este se siente irritable y confuso. La disciplina es mucho más eficaz si los padres se muestran calmados”. En segundo lugar, es esencial mostrarse coherente a la hora de reñirle. “Sigue adelante cuando ya le has advertido. Es más, no hagas ninguna amenaza que no estás dispuesto a cumplir”.
Wedge recomienda establecer señales de buen comportamiento en el niño. Es decir, recompensarle cuando hace bien las cosas. No tiene por qué ser un premio, sino simplemente un signo para que el niño identifique que está haciéndolo bien. “Al final de cada buena acción, coloca una estrella en el calendario”, pone de ejemplo la experta. “En caso de que aglutine varios días consecutivos portándose bien, prométele un premio para el fin de semana. No tiene que ser algo demasiado grande: un helado, una película o una pizza. Utiliza este método para hacer que el niño se levante pronto para ir a la escuela, haga la cama o los deberes…etc”.
“Establece una bolsa de recompensas”, recomienda la terapeuta. “Ve a un ‘Todo a cien’ y compra juguetes baratos. Envuélvelos para regalo y ponlos en una bolsa. Cada vez que el niño haga una buena acción, recompénsale con uno por su buen comportamiento”. Del mismo modo, si se porta mal y no quiere obedecer, lo mejor será que le castigues e impongas mano dura. Wedge pone de ejemplo algunos castigos muy típicos, como no ver la televisión, no jugar a videojuegos o no salir a la calle a jugar. Y lo más importante: “Explícale bien cómo funciona ese sistema de castigos y recompensas”. Todo para que el niño rápidamente asocie lo que está bien de lo que está mal.
Contar hasta tres
La terapeuta también menciona la conocida regla de contar hasta tres. “Si tu hijo se está portando mal, cuenta con calma hasta tres y luego amenázale con el castigo”, aconseja. “Por ejemplo: ‘Recoge tus juguetes, tan solo contaré hasta tres, si no lo haces antes de que acabe, estarás castigado sin videojuegos o sin salir a la calle”.
Por último, Wedge asegura que “por nada del mundo cedas a las rabietas del niño, pueden interiorizarlas como método para conseguir salirse con la suya”. Tienes que hacerle entender que no es la vía para conseguir lo que quiere.
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